"La verdad es que no la culpo: todos tenemos derecho a asustarnos cuando vemos que algo grande se nos viene encima. Tess era uno de esos coches que aparecen de pronto en las calles del centro cubiertos de nieve de alguna montaña lejana y la gente se da cuenta de que querría estar en esa montaña y toda la ciudad empieza a parecer una ciudad distinta y peor y sus relojes van más despacio y sus sábados están más lejos. Sólo que su nieve no se deshacía, aquel coche estaba cada vez más blanco mientras el mundo seguía dando vueltas con sus veranos e inviernos, con sus noches de lluvia y sus tardes de sol. Nuestras habitaciones volaban por los aires y ella escribió un poema que hablaba de las formas en que se fundían las líneas de nuestras manos y yo descubrí que cuando la escalera termina puedes seguir subiendo. Y, de repente, la nieve empezó a deshacerse."
"Mañana, quiero decirle y no lo hago, que el tiempo es una invención tardía de los hombres, que un instante también es un milenio
y un milenio un instante
y que nada hay más parecido al fin que el principio
que la nada de antes y la nada de después
es sólo vacío
y que en medio flota una página en blanco
que alguien llena de palabras a veces banales
y otras veces terribles
y que lo que ella llama mañana ya es hoy en otro sitio
y ese sitio puede estar tan lejos o tan cerca como yo mismo
y que el tiempo es un manto que la eternidad ocupa para vestirse
en un intento inutil de poder comprenderse
porque la eternidad es invisible e incontable"
Y como decía Beauvoir, inclusive yo de esta droga he bebido.
...y de fondo: Sort Of - Ingrid Michaelson
Quiero compartir una historia de hoy, martes 21, si me lo permites. Resulta que a las 5h, ultima hora de mi jornada, llevé a Jorge Galán conmigo a una sesión de oto. Ya que me ha acompañado el fin de semana y suelo siempre llevar algo que compartir, siempre que me permitan enriquecer el intercambio de conocimiento. Hablando de Jorge mezclado con un poco de todo y más, comienza el siguiente diálogo que cito:
"Dice subitamente Juan:
- Es por estos motivos por los que yo muchas veces prefiero ir a hacer mis sesiones a pdg.
Y yo pregunto:
- Ah sí? Porque?
Responde casi de inmediato sin pensar:
- Pues porque hay por allí muy buenos chicos, pero además uno que alguna vez me ha enseñado cosas similares.
- Y yo digo. De verdad? Quien?
- Pues uno con el pelo rizado. Muy buen chico. Xavi.
Yo entonces sonrío y pienso: "Vaya tela, que casualidad! El universo como da vueltas precisas".
Yo, que soy creyente de lo que el universo entrega, de como nosotros también podemos atraer energías y de que la vida nos enseña cosas cada día siempre que estemos abiertos a ella con confianza, me quedo con esa reflexión para el resto del día. Del día de hoy. Martes, 21. En que justo a final de día me han asignado a Juan. Y he podido compartir con él una hora junto con Galán. Y me ha sorprendido citando el nombre del autor de unas andanzas que sigo hace muy poco. Pero que posiblemente me haya cruzado vermuteando por una de mis bodegas preferidas alguna vez. O dos.
(Siento si esto suena demasiado metafísico. Quería compartir el peculiar acontecido).
PD: Los nombres mencionados en este relato son ficticios y han sido cambiados para proteger la identidad de los involucrados (menos el tuyo) :)
Brutal. Suele pasar, más a menudo ahora y no sé por qué, que voy tan tranquilo por cualquier sitio y aparecen personas de oto en otros lugares, fuera de contexto... y tienes el síndrome del famoso: es decir, te conocen y tú tardas un tiempo en reaccionar. Puedes estar en un ikea, o tomando un vermut en tu día libre. Aparecen. Tardo, pero siempre intento acordarme de sus nombres. Su satisfacción , su sonrisa, o esas palabras que me has dicho (llenas de cariño), son una especie de recompensa impagable. A las personas, lo digamos o no, nos gusta la idea de dejar huella. A fin de cuentas, es lo más importante que podemos hacer en esta vida. Disfrutarla y dejar un montón de buenos recuerdos esparcidos. Prima, lo tuyo también se llama intuición magnética :)