...y de fondo:
Balada para un loco - Astor Piazzolla
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Pasear de nuevo por la orillas de la Plata, perderse en alguna librería de Corrientes, ver otra película de madrugada en Lavalle, asistir a un concierto en Obras Sanitarias y descubrir otra luna en Luna Park, quedarse plantado al pie del Obelisco con la mirada puesta en la estela de algún avión, mirar --sin tener que comprar nada-- las tiendas del Patio Bullrich, ser paseador de perros en Palermo, suspender las horas muertas en el cementerio de Recoleta, tomar una coca cola bajo el poster de Calamaro en Hard Rock Cafe, ser simplemente uno más en calle Florida y Plaza San Martín, salir del Colón sin sentirse turista, dormir en la suite Cacho Fontana, probar el destino de todos los colectivos, cantar Ciudad de pobres corazones, saberse ciego como Borges por un día, paloma gris frente al Congreso, desaparecido en Plaza de Mayo, pinchadiscos en Puerto Madero, masajista en la Bombonera, retratista en Caminito, gorrión en Tigre, repartidor de pizzas en San Telmo, psicólogo del viento, letrista de tango en cualquier parte...y así sin parar nunca.
Eso es: volver, regresar a los poderes del efecto Coriolis.