...y de fondo:
Coupe De Ville - Neil Young
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"Las luces parpadean afuera, en esa calle ilusoria y de juguete,
puedo sentir que la alegría crece en mi alma."
Big Sur, Jack Kerouac

Según Ray, Charlie se inventó la isla por algún motivo. La primera vez que estuve allí me atrapó de tal modo que decidí volver y averiguarlo todo por mi cuenta. Poco importó haber dejado dos pasados para conseguirlo. Sólo quería entender lo que Ray no había podido explicarme con palabras.
Willie Nile reinventó la isla y vino a verme a Barcelona. Él nos llevó por el Village esta vez, a comer pizza donde el
jefe. Leonard Cohen bajó desde el noveno piso hasta la calle por las escaleras del Chelsea. Allí fue donde me cité contigo y -aunque fuera previsible- celebramos tu cumpleaños leyendo en voz alta los versos de mi libro rojo favorito.
Yo soñé con Berlín y aquella noche tú viajaste hasta Varsovia desde Brooklyn. Bebimos cerveza irlandesa, comimos hamburguesas del Paul's en la Segunda Avenida, tomamos chocolate caliente donde Max Brenner y escribimos nuestros nombres sobre el hielo, caóticamente. Días después fuiste testigo de mi último cigarrillo sobre la nieve que bordeaba la tumba oscura de Miles Davis. Los ojos te brillaron escuchando
Blue in green en el cementerio de Woodlawn, despidiéndonos de Miles -tú-, del tabaco -yo- y de la ciudad -ambos-.
Pasar de costa a costa fue como cruzar una piscina de 2.500 millas con McEnroe de fondo
... Mirábamos de reojo a los ex-hippies de Tenderlon y nos quedábamos como en silencio, sentados al borde de la bahía de Frisco, viendo como los barcos se alejaban de los muelles con nuestras dudas por debajo de los puentes colosales.
Descubrimos un cielo infinito lleno de estrellas como en la canción de Wilco, cerca de un faro con ballenas. Después llegó un ejército de acordeones dispuesto a invadir los paisajes y los recuerdos. Con el depósito siempre a medias, tuvimos pan y cebolla, carretera y manta, y docenas de historias vinculadas a las voces de Neil Young y John Phillips, desde la costa de Santa Cruz, Monterey y Los Ángeles hasta Arizona. Todo fueron rutas improvisadas, un camino en el que ni la policía, con sus multas amarillas, ni las tentadoras luces de neón en Las Vegas consigueron detenerme.
Quien me conoce sabe que, como Sam Shepard con Bob Dylan, fuimos conscientes de nuestra particular Rolling Thunder Revue. Kerouac nos llevó hasta Independence, donde nos dejamos seducir por el carácter existencial pero alegre de la gente nómada que habita en las caravanas del desierto. Por un instante vimos el mundo a través de la cámara de Wenders, y esa mirada ya nos pertenece para siempre. Aquel fue el comienzo de un nuevo estilo de vida para mí, el lugar donde por fin pudimos intuir una parte importante del misterioso porqué de cosas que, como Ray, tal vez jamás seré capaz de explicarte con palabras.