...y de fondo: Your eyes like Juan Gris cubist guitars - Pascal Comelade
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Sí, tan simple como esto... Un lugar no demasiado grande, de acorde con el tamaño de esta cabeza. Un mundo no menos frágil que éste, tan delicado como la melodía de Pascal Comelade que tarareabas la otra noche sin saber quién era ese señor. A veces, sólo a veces, yo también sé mirarte con ojos de juguete.
días atrás yo leyendo, pensando, comentando eso de los días: con guión escrito en internet, con banda sonora y luces de recorte.
Un honor xavi.gracias.
en Madrid también hay pájaros.. te esperamos para volar por aquí..
Se está bien en esta melodía pequeñita con letra de porvenir, igual de bien que en este mundo frágil y delicado que insinuan algunas cabezas bien amuebladas, en las que nunca falta un sofá azul desde donde te invitan siempre a una nueva canción.Me imagino a un conejito con sombrero, haciendo sonar los platillos mientras cruza a la velocidad de las pilas una habitación... Unos necesitan ser (ad)mirados; otros nos contentamos con mirar con labios tristes, aunque sean de verdad.
Con ojos de juguete, que regalan una mirada viva... llena de proyectos y historias aún no vividas.
Canciones que erizan la piel, que mojan los ojos justo en ese momento... sonidos que trasladan a paisajes aún tibios.
Besos ;)
Como debe ser, no tengo idea acerca de las interpretaciones de los demás al leer este texto, tampoco si se conocen entre sí, si comprenden cosas que yo no...ni siquiera puedo escuchar la canción :(
Pero todo eso no importa.
A mi este post me traslada a una casa pequeña, con paredes llenas de sol aunque faltas de pintura, una suave música, unas sábanas blancas, una mañana con café antes de que se oigan otras voces... Y tal vez empezar a pensar en ese sueño.
A mi me parece que ese mundo frágil es el futuro.
Saludos!
Pascal Comelade, ese músico, ese personaje, ese señor que nos lleva hacia a una infancia que aún está por estrenar, como dijeron por ahí arriba.
Sabes? Fui una vez al teatro, no te conté!!, y ahí estaba ese señor interpretando melodías con cajitas de música, pianos de juguete y otros cacharritos.
Yo, a veces, creo que éramos más felices cuando sabíamos menos. En la conversación de ayer me di cuenta de que eres mucho más humilde de lo que llegué a pensar cuando nos conocimos, hace ya 5 años, cuando todavía éramos los niños. Ahora somos los juguetes, es cierto. Sigues igual de inquieto que en los viejos tiempos. Nos debemos unas partidas en el Passenger.
Nat, te paso la canción, ya verás como te emocionas.
Pascal Comelade, músico, autor de "Haikus de piano"
¿Se imaginan el encuentro de Erik Satie con Suicide, Nino Rota y la sombra de Alfred Jarry en el escenario de un teatrillo decorado por Paul Klee? Algo así serviría para definir, a quien no lo conozca aún, el inabarcable universo sonoro de Pascal Comelade, ese gran músico que ha conseguido crear indemne su propio mundo, sin obedecer jamás los dictados de la industria y de su parafernalia mediática.
Pascal Comelade mantiene viva esa vieja utopía de habitar tranquilo en un pueblo de montaña pero conectado con la creatividad internacional más sugerente. Figura de culto a su pesar, no ha cultivado ninguna estrategia para conseguirlo: simplemente hace lo que le gusta y lo que hace gusta a una minoría de muchos. Por ejemplo, a P. J. Harvey, con quien entabló una rápida amistad cuando Polly confesó en una entrevista que era su músico favorito. Comelade le escribió una carta de agradecimiento y la complicidad musical surgió instantánea. Ella le había prestado su voz para Love too soon y The book of life le ofreció actuar juntos en Zeleste, pero él declinó la oferta por coherencia: sus estilos musicales no ligaban en un mismo concierto.
Comelade, cuando habla de sí mismo, parece inspirarse en el título de Satie: Memorias de un amnésico, y prefiere hablar de sus amigos: de Víctor Nubla y Macromasa, a quien considera el gran compositor catalán contemporáneo. O recordar sus primeros pasos por Barcelona en compañía de Lluís Llach, Toti Soler, Pi de la Serra y Ovidi Montllor en los años de la muerte de Franco, cuando las monedas que corrían por el país aún tenían acuñada la efigie del dictador. Él había nacido en 1955 en Perpiñán, donde vivía con su abuelo.
Su padre era neuropsiquiatra del hospital de Montpellier y el futuro músico residió tres años de su infancia en la clínica. La tentación de vincular las raíces de su música con el mundo de la locura y del surrealismo un paciente interpretando, como cuando Hölderlin tocaba un piano sin cuerdas y se hacía llamar Scardanelli, extraños sones con instrumentos de juguete es demasiado fácil, aunque Comelade, al que incomoda teorizar sobre el porqué de sus creaciones, no descarta nada.
Su padre era lector de la antología negra de Breton, le encantaban el jazz antiguo y las músicas populares mediterráneas y organizó en 1968 un concierto de la Nova Cançó.
Comelade era un coleccionista maniaco de discos, sobre todo de rock inglés de los sesenta, Pretty Things, Troggs, o MC5 y Philip Glass... y comenzó a componer piezas, solo en casa, extrayendo sones repetitivos de su órgano eléctrico. En los setenta se hizo con un viejo sintetizador portátil EM/AKS y con una Revox A77 de cuatro pistas, con los que componía música electrónica. Su soledad acabó en 1974, cuando se marchó a Barcelona con la intención de estudiar en el Liceu y acabó callejeando por Gràcia con sus amigos músicos catalanes: todavía repite, como si fuera una alineación, el nombre de las calles donde vivían: Tordera, Progrés, Desemparats...
Comelade se sumergió en seguida en el underground del underground, sin piso, dinero ni familia, de París a Amsterdam, Italia y Montpellier, entablando amistad con Robert Wyatt, organizando conciertos (Jo Lebb, Can... ), creando un trío efímero (Fall of Saigon) o la Bel Canto Orchestra. En 1985 publicó su primer disco, Détail monochrome, para Disques du Soleil et de l'Acier, y regresó a Barcelona, donde conoció a Enric Casasses, los Amador de la época de Pata Negra y Kiko Veneno.
El año 1992 fue el del adiós a la vida nómada y marginal. Firmó contrato con Virgins, recuperó una casa, tuvo una hija. Pasé del lumpen a la burguesía, pero sigo sin mánager ni contrato de artista, autoproduzco toda mi música, con control total, como siempre, pues nunca he enviado una maqueta a nadie. Y la música que toco es la banda sonora de mi vida.
Una banda sonora que va del jazz al punk, Yardbirds y una sardana, un aire sildavo y Robert Wyatt, el esqueleto de un tango con los restos de un rock and roll, los Cramps y un vals... Un music hall minimalista, babélico, compuesto por un tímido nacido para la audacia.
Artículo de JOSEP MASSOT, publicado en La Vanguardia el 14/07/2003
Pocos niños pueden resistirse a la tentación de destripar sus juguetes más fascinantes y hurgar, con saña de locos bajitos, en sus mágicos mecanismos. Por eso no puedo quitarme de la cabeza algunos de los juguetes más pulcramente conservados del Museo del Juguete de Cataluña de Figueres.
Quizá pertenecieron a niños raros, enfermizos o afectados de algún síndrome de mediocre sensatez adulta en la más tierna infancia. Quién sabe. Lo cierto es que no muestran los macabros descalabros que una criatura curiosa sabe infligir a sus indefensos compañeros de juegos.
No sucede lo mismo con los 32 instrumentos de un niño-adulto que hasta el 1 de febrero se exponen en la sala temporal del mismo museo bajo el título Pascal Comelade y su orquesta de instrumentos de juguete.
Hay entre ellos un diminuto y baqueteado piano de manera, con las notas rayadas sobre las teclas como si se tratara del graffiti de la puerta de un lavabo público. O una flauta fabricada a partir de un tubo agujereado de cigarros Montecristo.
El iconoclasta músico nacido en Sant Feliu de les Forxetes (Conflent) el año 1955 muestra también algunos de los saxofones y trompetas de plástico que usaba su grupo, la Bel Canto Orquestra, para interpretar, en la década de 1980, una briosa versión del Sex Machine de James Brown.
El repertorio de juguetes musicales de Comelade incluye también el conejo-timbal Duracell, que popularizó el anuncio televisivo de las pilas de la misma marca. Todos estos juguetes musicales han ayudado al no músico -tal como gusta de definirse- a esparcir en forma de delicadas cancioncillas su evanescente y original mundo sonoro. ¿Tendrán esas melodías de lustre festivo y poso melancólico algún inescrutable secreto en sus entrañas? ¿Albergarán en su corazón un mecanismo secreto similar al del conejito que toca el timbal?
No me resisto a despanzurrar su música. Pero soy incapaz de hacerlo solo. Recurro para ello a la erudita colaboración de un amigo reciente, el doctor en musicología Richard Evans, que cambió la flemática y disciplinada vida universitaria por las clases de inglés en una academia de Girona. Evans asegura que la ciudad del Onyar le parece un escenario magnífico para su particular "rebelión silenciosa".
Acudimos juntos a un concierto de Pascal Comelade y la Bel Canto Orquestra. El Teatre de Salt se viene abajo. Es un éxito clamoroso. A la salida, le pido a Evans, a bocajarro, una autopsia de la magia.
Lo primero que sorprende al musicólogo inglés es que Comelade no toca de la forma ortodoxa de los pianistas adultos. La mano izquierda tiene un recorrido corto. "Es como si de niño amara mucho la música, pero hubiera crecido sin la ayuda de un maestro formal", aventura.
Evans no cree que el uso de los instrumentos de juguete persiga la antigua idea igualitarista según la cual cualquiera que se lo propusiera podría hacer música, sino que más bien desea hacer aflorar "la magia de la infancia y de lo naïf".
El musicólogo advierte que la primera división esencial entre los músicos, aunque parezca obvia, está entre los que aman la música y los que quieren ganar dinero con ella.
"Comelade la ama obsesivamente y tiene todo un mundo propio", admite. En un alarde poético que me sorprende, compara sus composiciones con los imaginativos y coloristas dibujos de un niño.
"Los niños, cuando tocan, se ponen muy serios y no se ríen nunca, como Comelade", añade. Eso nos lleva a otro fenómeno típico de la infancia, la timidez.
El autor de L'argot du bruit, hombre de pocas palabras, a menudo parece que quiera esconderse de su público tras su minúsculo piano de cola. De pronto, a Evans le viene a la memoria una vieja teoría que relaciona infancia y primitivismo aplicable al fenómeno Comelade. Me habla de un tal Ernst Haekel, un biólogo del XIX que defendía la peregrina idea de que "la ontogenia repite a la filogenia", o dicho de otro modo, que los estadios de evolución de la especie humana se corresponden con las diferentes fases de crecimiento de un individuo, o dicho de otro modo, que la infancia correspondería al estadio del hombre primitivo, o dicho de otro modo, que un niño sería como un mono. Apabullado ante la sabiduría musical de mi amigo, y deseando profundizar en sus conocimientos, le pregunto cuál es su música preferida. Mi pregunta le descoloca y le hace mudar el semblante. Puesto que no me contesta, insisto: ¿Cuál es tu música más querida, aquella que te transporta y te eleva? Con cara de perro apaleado, me mira a los ojos y me dice que le cuesta sentir placer con la música. Advirtiendo mi sorpresa, Evans se ve impelido a confesarme que sus largos y absorbentes años de estudio estético han mutilado su capacidad de disfrutar de la música. "Mis conocimientos afectan a mi percepción. Todo lo que sé me distrae y me lleva automáticamente al análisis". De pronto me viene a la cabeza una de esas frases célebres: La ignorancia es el camino de la felicidad. No dejo de darle vueltas. Me despido de inmediato.
Regreso a casa muy preocupado por todo lo que me ha explicado mi amigo musicólogo. Quizá haya ido demasiado lejos en mi empeño despanzurrador. Quizás ya sea demasiado tarde. Quizás ya sepa demasiado. Me abalanzo sobre mi equipo de música y pongo uno de los compactos de Comelade. Compruebo aliviado que, como siempre, me invade una radiante y sedosa melancolía. Menos mal.
Artículo de GERARD BAGUÉ publicado en El País, el 24-12-2003
...y pasar de cuando en vez por ésta jaúla
sin barrotes de vil alambre
y húmedecerse en este agua tan clarita
y alimentarse del alpiste colorín que nos regalas
es uno de los momentos más satisfacctorios del día a día mío.
Tu lugar que grande xavi, si que grande
me alegro de visitarlo y como dice la patty aquí en estos madriles hay muchos pájaros de cuidao esperando tu voladura.
yo tengo el pico rojo
la cara blanca
y negra alguna pluma que otra.
TONI SALA RINDE TRIBUTO LITERARIO A COMELADE, CASASSES Y PEREJAUME
Comelade, Casasses, Perajaume es un particular homenaje del escritor a estos tres creadores. No es un estudio ni un retrato, sino un reconocimiento-dice-. Es mi forma de agradecer la obra que nos brindan tres autores indiscutibles, de primera fila, pero que, pese a tener seguidores muy convencidos, aún no están excesivamente popularizados
Sala-filólogo de profesión-nos acerca a la música de Pascal Comelade, a la poesía oral de Enric Casasses y a la obra literaria y artística de Perajaume, situándonoslos en sus respectivos marcos geográficos. A la vez que traza sus trayectorias vitales en tono casi de reportaje periodístico, efectúa una lectura de sus obras, intentando ofrecer claves para facilitar su interpretación. Son 3 artistas con afinidades y que destacan en sus ámbitos y dentro de su generación. Además de estar en su plenitud creativa, trabajan radicalmente al margen de la historia oficial. Tres autores de obra personal, rupturistas, a menudo difíciles de entender, porque no hacen concesiones a la difusión.
El escritor visita a Comelade en su casa de Ceret y asiste al concierto que, al frente del Bel Canto Orquestra con sus instrumentos de juguete, ilustra la última proyección- un filme mudo de Jean Vigo- del cine Savoy de Figueres.
You may be sweet and nice
That won't keep you warm at night
cause I'm the one who taught you how
To do the things youre doing now
He may feel all your charms
He may hold you in his arms
But I'm the one who let you in
I was right beside you then
Once upon a time
You let me feel you deep inside
And nobody knew, nobody saw
Do you remember the way you cried?
Im your toy, Im your old boy
But I dont want no one but you to love me
Oh I wouldn't lie
You know I'm not that kind of guy...
una vez más usted me descubre cosas y yo no hago nada para devolverle los favores, qué perro!
el niño que no crece dentro de nosotros mismos sin que nos demos cuenta, y de vez en cuando nos devuelve la patada que le dimos y nos entretiene con sus perrerías y sus juegos. disfrutamos. pero es sólo una ilusión. bienvenido de nuevo al mundo real.
"lloramos al nacer porque venimos a este inmenso escenario de dementes" (w.shakespeare)
Se acerca la Navidad, época de juguetes. Recordemos a todos aquellos niños que no tendrán regalos, que son muchos más de los que podemos imaginar. Al leer este texto, que me ha gustado mucho, he pensado en esa parte de la infancia a la cual nosotros podemos ofrecer algo con ojos de juguete.
Me gusta tu hueco en la blogosfera, me pasaré otro día...
Al mío, un rincón con olor a violetas, estás invitado. he llegado vía "amoremachine". un beso.