...y de fondo: Les Feuilles Mortes - Edith Piaf
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Porque los sueños que todavía no has soñado son todavía mucho mejores, y serán reales.
Atendí a tu llamada en aquel preciso instante -qué escena, sentado en el suelo de aquella plaza- y el teléfono me devolvió a la realidad con un golpe de efecto, mientras sonaba Edith Piaf en la voz de los músicos callejeros, presagiando un otoño distinto para todos. No quise distraerme con canciones y me escondí en aquellas calles estrechas, dignas del mejor celuloide -como en un decorado sin actores-, imágenes para siempre impregnadas de nostalgia y teñidas de melancolía.
Y te escuché llorar de verdad por primera vez, maldiciendo los hechos y maldiciendo hasta tu propia sombra sin los clásicos tópicos habituales que disfrazan las palabras y las lágrimas.
Y yo, lejos de todo, en Venecia, ciudad del amor y de la muerte, evocando a los amores que se pierden pero que no se olvidan, paseando de madrugada y adentrándome en un laberinto desierto, mágico, idílico y oscuro, fumando con la luna de testigo en los canales, acompañando a las ratas -dueñas de los puentes- hacia la estación de Santa Lucía, al despertar del primer tren de la mañana, mientras lloras al otro lado del teléfono y alguien me mira cantando "oh Bella Ciao, Bella Ciao"...
...diciendo adiós a tu sueño de una noche de verano.
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Es una nostalgia profunda y digna de ser soñada...
Me gusta enamorarme de los momentos que crea esta música, de los tuyos y de los mios, el silencio se llena de ausencias y desconsuelos, siempre se escapa una lagrima... aunque no emerja...
Pueden ver alguna imagen más de los escenarios que retraté aquella noche de pizza, paseos reflexivos, contemplativos, jazz (Summertime...), euforia, amistad... La belleza de un escenario que invita al recuerdo y a la renovación...
Fui muy feliz en Venecia, aunque el texto habla de una historia ajena y cercana en la que tuve un papel testimonial de estas "pequeñas" tragedias que aparecen en la vida. Me encontraba en el lugar perfecto y había una historia que encajaba perfectamente en ese marco. Parecía estar inmerso en un relato de esos en los que cuesta creer que el destino no existe. El escenario, las canciones y los personajes, unidos en una historia. Y yo, ahí.
Siempre he creído que cualquier viaje, un desplazamiento que tan sólo necesita una superficie (un mapa, un camino, una página, un minuto...) y nos obliga a crear recorridos externos e internos, es la forma de aprender y de crecer más hermosa que existe... te obliga a vivir y a descubrir por ti mismo el valor que en realidad pueden tener los hechos y lo que aparece ante uno.
Cuando recuerdo esos días en Italia todavía siento escalofrios. Y miro agradecido los lejanos días, ya no de este verano ni los ingratos meses del 2001, sino que echo la mirada atrás y me acuerdo de tantos días anónimos del 2002! Mi vida dio un vuelco sobre otro vuelco. Empecé el año sin saber la de cosas buenas que me esperaban, con cambios en todos los niveles y enterrando definitivamente un pasado casi inventado, o al menos dejé de visitarlo día tras día como si fuera una tumba necesitada de flores. Y descubrí placeres nuevos, y me apunté a la aventura de vivir, leer, potenciar mis aficiones, construirme como persona, aumentar y exprimir al máximo aquello por lo que me gustaba sentirme influenciado. Y a viajar, realmente, con todo lo que implica: encuentros, desencuentros y recuerdos imborrables para toda la vida.
De repente, como si llegara todo por casualidad empecé viajes inolvidables, y corregí el camino de la vida marcando mi propio ritmo, con el compás de las canciones que me volvían loco de placer, descubri el placer de estar solo en un coche, escuchando por primera vez un disco en un noche de frio y lluvia sin prisas, o de estar sentado al borde de un abismo y fumando... sin nada más que hacer que mirar un paisaje. Luego, a vivir, y regresar a esos instantes para degustarlo y enriquecerlo. Porque también necesitamos hechos, destapando nuestro lado más oculto o inclusive salvaje (así se alimenta la ternura, creo, según me contaba alguien).
A veces me invade una sensación como de haber "crecido", pero a veces, me contradigo... y me siento todavía bastante "vacío", o pobre, como si sólo me hubiera dejado seducir por una milésima parte de lo que la vida ofrece. La vida, esa vida tan absurda, que no nos lleva a ningún lugar al final de todo. O sí.
Y pienso en el valor que tiene sentirse en busca de Ítaca sabiendo que Ítaca quizás es pura decepcion, o incerteza. Pero el camino tiene pasajes hermosos, y otros que lo son menos. Que algo queda de mí siempre que yo me llevo algo. Quizás sólo cuenta estar en el camino, quizás no hay que comprender el final, aunque sí hay que preguntarse por él a menudo, y caminar buscando el propio ritmo sabiendo que uno siempre esta luchando contra sus propias contradicciones.
En lo que dices, y relacionado con el hecho de viajar (en los viajes siempre pasan cosas), creo que -como tú bien susurras-, la cuestión está en el punto de vista y la perspectiva.
Por eso, en esta página se te da tan bien ver las cosas desde arriba, acercarte hasta la superficie y, incluso, descender a las profundidades antes de volver a subir.
Hay una mezcla en todo lo que escribes, que combina perfectamente lo que resaltas con tu lupa y lo que nos muestra el plano general.
Aunque el arte está en hacerlo todo, cámara en mano, mediante plano subjetivo.
Me imagino perfectamente la escena en una ciudad como Venecia, en la cual tengo muchísimas ganas de estar desde ahora. La canción es preciosa y gracias a ella me acordé de otra que popularizó Piaf... Les amants de Venice.
Para mí, la decadencia elegante y carente de artificios es una de las cosas fundamentales que le han aportado ese toque mágico, de belleza, sensualidad y esplendor tan singular a Venecia, que es algo comparable a la cara de un anciano bien envejecido. Todo en ella sugiere un aire de ternura y romanticismo, sobre todo por las noches, cuando los turistas abandonan los espacios desbordados y el mar, con sus vaivenes, recupera su discreto protagonismo en un ambiente de abandono y de fachadas disfrazadas de luz ténue.
Ante todo, increíbles las fotos, estuve a punto de ir a Venecia, en estos viajes de verano, que este año me llevaron a tantos lugares donde coincidimos, y no coincidimos, pero al final no pudo ser..lo cual me alegra, porque me obliga a volver algún día a Italia, cuanto antes mejor, y cuantas más veces mucho mejor aún..si puede ser con distintas personas cada viaje, para confirmar que nunca se viven dos historias iguales..quizás ya es pedir demasiado..para sentir que a veces el lugar es el mismo, pero yo no, y que el tiempo pasa, y nos construimos viendo caer las hojas, que otros días nos han visto caer a nosotros y levantarnos..está bien, incluso digo un all right..y también está bien, que alguien te ofrezca sus oídos, a cambio de tus palabras si cree que lo necesitas, aunque esté más cerca que Venecia, aunque esté más lejos que otros, a veces una mano está donde tiene que estar..;)
hoy no estuve en Venecia, ni he estado nunca (y creo que tampoco iré) pero ya me imagino...
hoy estuve en Castres (pequeño pueblo -mas grande que Albi-) ...tiene un canal que pasa por el medio de la ciudad. Es increible...y tambien los canales de amsterdam tiene una suavidad impresionante. (y las ratas, siempre dueñas de los puentes; sea en amsterdam, Castres..o venecia...)
he estado cuatro veces en venecia
y en todas, un día ha sido mío
es decir, mochila y a caminar solo
fuera de la ruta san marco - rialto
es perfecto y triste y nostálgico
imposible olvidarse de la película con música de mahler
los olores, callejones
el laberinto medieval, y uno mismo
siempre queda tiempo para frivolizar en los vaporetos
un sitio sobrecogedor: la cripta de san marco
recuerdos de otros tiempos¡
hector
En un vuelo suave, como el de hoy por la mañana, uno de esos dias en que piensas y sabes que el camino que has elegido ultimamente es el correcto, no dudaba en encontrar tu poesia. Asi, intento recordar la Venecia que vi hace tres años, y no logro mas que pensar en muchos colores pegados en las casas, calles estrechas, tiendas de souvenirs demasiado cercanas. De pizzas y compañeros distraidos, de poco amor. No era una epoca de ojos abiertos, ni de abrazos, ni de sentimientos en los abismos... solo sensaciones. Gracias por recordarme, y por pintarme la Venecia que no vi; sin duda, la mas hermosa.
Una noche,
el poeta Lawrence Durrell me dijo:
-Dormir no tiene muros.
Un día,
Dylan Thomas escribió para mí:
-No temas a las hélices que hacen girar tu voz.
Hoy viajo hacia la isla de Redonda.
Una tarde,
pensé que cada paso que se da bajo el sol
nos acerca a la nieve.
Una noche, supe que la verdad
está tan lejos de Jerusalén
como antes lo estuvo de Berlín.
Hoy zarpo hacia las playas de Redonda.
No busco los placeres sin cicatriz de Ítaca;
no busco un paraíso y las patrias no existen,
no son más que un espacio entre dos extranjeros:
voy a dejar atrás todo lo que nos ciega,
nos vacía,
nos roe,
lo que es dulce en los ojos y acre en el corazón.
Cuando llegue a Redonda
enterraré en su arena
los puñales que el mundo ha clavado en mi espalda.
-Nunca seas soberbio
-me aconsejó una noche el poeta John Gawsworth-,
pero defiende siempre tu verdad.
Seguiré esas palabras como si persiguiera
el rastro azul de un ángel malherido-
para llegar al Reino de Redonda.
Allí seré feliz,
allí estarán ya juntos mis sueños y mi vida.
... creo haber estado aquí antes...
... creo haaber leído esto antes...
... definitivamente he sentido esto antes...
Gracias por los deja vu exprimidos en letras; las mismas que amarran los puntos distantes, para acercarlos en poemas, canciones...
:)
Pues no me atrevo a decir mucho más...se ha de investigar el caso.No obstante se presiente un cambio de parecer, que seguramente afecte al punto de vista.
Supongo que no hay adjetivos que describan tan grado máximo de término medio como, mediocridad, como mediocres son los hechos en si mismos.
En fin, alguna razón casi me desespera...pero no hay razón que la de nombre, ¿Como temerla? Si provoca sensaciones encontradas entre pañuelito de papel y pez espada, pero no importan aquí, ahora.
En fin que ¿para que esperar una llamada de teléfono un buen día, si mi aparato receptor no pincha ni da calambre? Al menos ya se porque no llega.
"¿Qué es viajar y para qué sirve viajar? Cualquier poniente es el poniente; no es preciso ir a verlo a Constantinopla. ¿La sensación de liberación que nace de los viajes? Puedo tenerla yendo de Lisboa a Benfica, y tenerla con más intensidad que aquel que va de Lisboa a China, porque si la liberación no está en mí, no está, para mí, en parte alguna. "Cualquier camino", dijo Carlyle, "incluso este camino de Entepfuhl, te lleva al fin del mundo." Pero el camino de Entepfuhl, si se lo sigue hasta el fin, vuelve a Entepfuhl; de manera que Entepfuhl, donde ya estábamos, es ese mismo fin del mundo que íbamos a buscar."
"Vacía las palabras,
haz que callen,
límpialas de ellas mismas para contar tu historia.
Lo que buscas existe dentro de lo que encuentras,
como oro está en sombrío,
o arco está en corazón.
Cuida que lo que dices no sea como el vaho
del que empaña un cristal
para escribir su nombre sobre un mundo vacío.
Procura que el silencio se lea en tus poemas,
pero jamás olvides
saber qué está del lado de la llave,
qué está del lado de la cerradura.
Cava el pozo de lo que nadie ha dicho
y persigue el rumor de las cosas sin nombre.
Pero recuerda siempre esta verdad:
las tormentas de arena
sólo son el desierto que avanza hacia el desierto.
Vacía las palabras,
qué más puedo decirte.
No desprecies la luz ni desprecies lo oscuro.
Vacía las palabras como quien drena un lago."