...y de fondo:
Voy sin reloj - Olga Román
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"Todos los poemas llevan un lobo dentro, todos menos uno, el más hermoso de todos los que se han escrito."
Jim Morrison
Tengo plaza fija en el sofá de Zarabanda, una canción triste que guardo bajo la manga y una mirada que a veces no mata. Tuve una araña que corría por mi espalda, una medalla de plata en la vida, una postal en blanco y negro que me regaló un abuelo días antes de partir hacia ninguna parte, un blues a cambio de cada ausencia que me duele, una chincheta clavada en el alma, un sombrero de Neil Young y un autobús que se llevó parte de mí. Me libré del reloj y los prejuicios, perseguí a mi sombra por los bares, me aprendí cada uno de tus nombres e imaginé tu rostro en la pantalla de Buñuel. Me sentí como David Lynch, como el pez de Amelie, como Jim y Bob y Andrés, me sentí como Oliverio y Bukowski, como Cecilia y Ariel, como Joaquín, Wenders, el bueno de Jimmy y el malo de Ryan.
Tuve la receta, las tiritas, el aroma violeta y una calle con mi placa invisible. Dediqué una temporada a perseguir unas pisadas falsas en la arena de la playa. Tuve tiempo de sobras, puse monedas en mis ranuras preferidas, se revelaron los misterios de la vida entre adagios de Albinoni y consejos de Schopenhauer. Le entregué las llaves de mi inspiración al viento, olvidé mi coartada, pero me acuerdo cada día de los años que me quedan por vivir bajo una falda. Estuve reunido con la luna, lloré una vez en la cabina de una plaza, reuní mis pedacitos rotos del suelo con esmero hasta llegar a tener el cuento más bonito del mundo...