...y de fondo:
Buenas cosas mal dispuestas - La Buena Vida
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La golondrina regresó con el Príncipe.
-Ahora que estás ciego, me quedaré contigo para siempre.
-No, golondrina, tienes que ir a Egipto.
-Me quedaré contigo para siempre -dijo la golondrina, y se durmió a sus pies.
El día siguiente lo pasó en el hombro del Príncipe, contándole lo que había visto en lugares extraños. Le habló de los ibises rojos, que permanecen de pie en hileras largas en el Nilo, y que pescan peces dorados con sus picos; de la esfinge, vieja como el mundo, que vive en el desierto y lo sabe todo; de los mercaderes, que caminan lentamente junto a sus camellos, con rosarios de ámbar en las manos; del Rey de las Montañas de la Luna, negro como el ébano, y que venera un gran cristal; de la serpiente verde que duerme en la palmera, y que recibe su comida de la mano de veinte sacerdotes, que le dan tortas de miel; y de los pigmeos que navegan por el lago en grandes hojas, y que siempre pelean con las mariposas.
-Golondrina linda, me cuentas cosas asombrosas, pero no hay cosa más asombrosa que el sufrimiento de los seres humanos. No hay mayor misterio que la miseria. Sal a recorrer la ciudad, y cuéntame todo lo que veas.
Y voló sobre la gran ciudad, y vio a los ricos gozando en sus hermosas mansiones, y a los mendigos sentados en las puertas. Voló por los callejones oscuros, y vio las caras pálidas de los niños hambrientos... Debajo de un puente había dos niños que se abrazaban para calentarse.
-¡Qué hambre tenemos! -decían.
-¡Está prohibido sentarse aquí! -les gritó un policía, por lo que tuvieron que caminar bajo la lluvia.
Y la golondrina le contó al Príncipe lo que había visto.
-Mi traje es de oro fino. Lo arrancarás hoja por hoja, y se lo darás a mis pobres; la gente siempre cree que el oro puede hacernos felices.
(...)"