...y de fondo:
Zeta - Novoa
-----------------------------------------------------------------------
“¿Qué es el amor? Eterna pregunta. Un espíritu científico como Leibnitz lo describía como un auténtico desprendimiento, “un gozarse en la felicidad ajena”. En cambio, filósofos como Nietzsche y Schopenhauer describieron una imagen más seca y negativa del amor, entendido como una trampa tendida al individuo por el “genio de la especie”, a fin de perpetuarla. De toda esta larga y contradictoria lista de definiciones, la que quizá encajaría mejor con nuestra época es la de Stephane Sansonneus: “El amor es un valor refugio”.
En efecto, si bien hace tiempo que las sociedades occidentales han abandonado los llamados “matrimonios de conveniencia”, aún queda por demostrar (los idealistas nos disculparán) que nos casemos sólo por amor. Los economistas creen que casarse supone una elección racional y que como tal, obedece (también) a lógicas económicas.
Así, el premio Nobel de Economía Gary Becker cree que el amor obedece a la ley de la oferta y de la demanda. “Gastamos mucho tiempo en búsqueda y flirteo para encontrar parejas adecuadas, mediante unas estrategias de mercado que llegan a ser altamente sofisticadas”. Becker cree que el amor es un activo que se deprecia con el tiempo, (¡como un coche!) hasta desaparecer y que, en la decisión final, hay que tener en cuenta también otros factores, como la riqueza económica.
Andrew Oswald, profesor de Economía en la Universidad de Warwick, cita unas investigaciones que aseguran que el matrimonio nos proporciona una felicidad equivalente a percibir unos 87.000 euros anuales.
(..)
¿En el futuro sustituiremos la clásica pregunta “cuánto me amas” por un frío y calculador “cuánto me vas a costar”? Cupido, con toda probabilidad, no estaría de acuerdo. Y los estudios más recientes le dan la razón. Eric Gould, profesor de la Universidad de Jerusalén, ha demostrado que no es cierto que pensamos en el dinero cuando planteamos casarnos, pero que sí trabajamos pensando en el matrimonio. Según Gould, aún es vivo el instinto de los hombres que les lleva a tener éxito material con el objetivo de atraer una hembra. “Si en las carreras profesionales no hubiera un retorno en el mercado matrimonial, los hombres estudiarían y trabajarían menos”, asegura. Así, amor y economía parecen más unidos que nunca. Como en un matrimonio.”
Fragmentos de un artículo publicado en La Vanguardia el 18/01/2004.