...y de fondo:
Totó - Omar Giammarco
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El viernes me acordé del pez de Amelie, en aquella escena tan mágica como triste, cuando lo echan al estanque. Estuve pensando en la mirada del pez: ese cruce de silencios, esa mirada del adiós, llena de complicidad... cuando empieza a llover (el cielo también llora) sobre el agua del estanque y el pez permanece inmóvil, como despidiéndose de Amelie.
El viernes fue un día idoneo para la melancolía (como llovía, me acordé de abrir las manos y sentir las gotas frías resbalando entre los dedos, mientras caminaba por las calles de Barcelona). Pero tuve una sorpresa muy emotiva al llegar a casa, algo que no me esperaba: un paquete procedente de Buenos Aires con un contenido muy especial...
Omar Giammarco es un músico de tango, murga, milonga y candombe que descubrí gracias a la revista Zona de Obras, que en una de sus ediciones dedicó un estupendo monográfico al nuevo tango argentino. Gracias al e-mail, pude contactar con Omar y nos hemos pasado un año intercambiando impresiones sobre música de forma esporádica. Lo curioso fue que tuviera un gesto tan hermoso hacia mí, y que me regalara su primer cd pidiéndome tan sólo mi humilde opinión de todas las canciones, canciones que él me envió con el único fin de que me "acompañen para toda la vida" (eso está hecho, amigo), canciones que aparecen -por casualidades de la vida o del destino- 365 días después de mi paso por Argentina. Un detallazo.
Llevo tres días escuchando esos tangos, tristes, canallas, dulces. Música con bandoneones, violines, pianos, guitarras, voces susurrantes, trompetas, percusiones...
Es genial poder mantener esa sintonía poética con alguien, compartir el silencio, entender las ausencias de un modo parecido. Poder detener el tiempo sin tener que usar las palabras. Flotar en una melodía. Estar solo y sentirse acompañado. Sentirse como el pez de Amelie.
Gracias Omar!